Según los criterios humanos, era imposible que se tratara de algo artificial puesto quetenía el tamaño de un mundo. Empero, su apariencia era tan extraña y complicada, eratan obvio que estaba destinado a algún propósito complejo, que sólo podría ser laexpresión de una idea. Se deslizaba en la órbita polar en torno de la gran estrella blancoazulada y se asemejaba a un inmenso poliedro imperfecto, que llevaba incrustadasmillones de protuberancias enferma de tazones, cada uno de las cuales apuntaba haciaun sector en particular del cielo para atender a todas las constelaciones. El mundopoliédrico había desempeñado su enigmática junción durante eones. Era muy paciente.Podía darse el lujo de esperar eternamente.Al nacer no lloró. Tenía la carita arrugada. Luego abrió los ojos y miró las lucesbrillantes, las siluetas vestidas de blanco y verde, la mujer que estaba tendida sobre unamesa. En el acto le llegaron sonidos de algún modo conocidos. En su rostro tenía unarara expresión para un recién nacido: de desconcierto, quizá.A los dos años, alzaba los brazos y pedía muy dulcemente: "Upa, papá". Los amigosde él siempre se sorprendían por la cortesía de la niña.—No es cortesía. Antes lloraba cuando quería que la levantaran en brazos. Entonces,una vez le dije: "Ellie, no es necesario que grites. Sólo pídeme, 'Papá, upa'". Los niñosson muy inteligentes, ¿no, Pres?
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