Una niña llamada Ilse se desvió una tarde de su camino. De haber sabido lo que le iba a ocurrir, no se hubiese alejado ni un paso del sendero que recorría.
Pero aquella tarde el bosque parecía más hermoso y acogedor que ningún otro día. Nunca se había adentrado en él por temor a perderse. Pero, casi sin pensarlo, Ilse entró en la arboleda. Aunque caminaba despacio, recorrió sin darse cuenta un trecho bastante largo hasta que, en un claro, cerca de una choza mísera, con todo el aspecto de estar abandonada, vio unos rosales grandes que atrajeron poderosamente su atención. Sus rosas eran azules, de tonalidad azul oscurecer, y era imposible dejar de mirarlas. . .
Del bosque maldito, o bosque de los desaparecidos, se habían contado cosas que daban miedo. Con el tiempo se fueron olvidando, pero están sucediendo de nuevo. Leonardo, el bondadoso leñador, personaje destacado de El palacio de los Tres Ojos, será enviado por el rey para que averigüe lo que ocurre. Él cree que son viejas historias de las que ya no hay que asustarse. Pero hay quienes son muy capaces de convencerle de lo contrario. Y lo que en verdad está ocurriendo en las profundidades del bosque, no se lo imagina nadie.
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