El pintor Yegor Savich, que se hospeda en lacasa de campo de la viuda de un oficial, está sentadoen la cama, sumido en una dulce melancolíamatutina.Es ya otoño. Grandes nubes informes y espesasse deslizan por el firmamento; un viento, frío yrecio, inclina los árboles y arranca de sus copashojas amarillas. ¡Adiós, estío!Hay en esta tristeza otoñal del paisaje una bellezasingular, llena de poesía; pero Yegor Savich, aunquees pintor y debiera apreciarla, casi no para mientesen ella. Se aburre de un modo terrible y sólo leconsuela el pensar que al día siguiente no estará yaen la quinta.La cama, las mesas, las sillas, el suelo, todo estácubierto de cestas, de sábanas plegadas, de todogénero de efectos domésticos. Se han quitado ya losvisillos de las ventanas. Al día siguiente, ¡por fin!, loshabitantes veraniegos de la quinta e trasladarán a laciudad
Disponible también para ver online en HTML. Una vez en la página clicar en: VER HTML - Descargar PDF.
Para ver más información debes estar identificado / registrado.