Señores:El asunto de que voy a ocuparme parece que no puede ser tratadomás que en poesía. Cuando se nombra el ideal es el propio corazón elque habla; pensamos entonces en el hermoso y vago ensueño, expre-sión de los más íntimos sentimientos; no lo pronunciamos mas que envoz baja, con una especie de exaltación contenida; y cuando en altavoz discurrimos acerca de ello, es siempre en verso, en un cauto poéti-co. No nos atrevemos mas que a rozarlo con nuestros dedos, o a to-carlo religiosamente, con las manos juntas, como al tratar de lafelicidad, del cielo y del amor. Nosotros, según nuestra costumbre, loestudiaremos metódicamente como naturalistas; procederemos poranálisis y trataremos de llegar, no a una oda, sino a una ley.Preciso es, en primer lugar, entender el significado de la palabraideal; la explicación gramatical no es difícil. Recordemos la defini-ción de la obra de arte que encontramos al comienzo de este curso.Hemos dicho que la obra de arte tiene como fin manifestar algún ca-rácter esencial o saliente con más claridad e intensidad que lo mani-fiestan los objetos reales. Para ello el artista se forma una idea de esecarácter, y en consecuencia con su idea, transforma el objeto real. Esteobjeto, transformado de tal suerte, se halla en conformidad con laidea, o, en otros términos, es ideal.
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