En cierto modo, cabria decir que la ciencia ficción ha recorrido el futuro marcha atrás. En los primeros tiempos del género, los escritores gustaban de proyectar su imaginación a enormes distancias en el espacio y en el tiempo, a épocas y lugares en que la Tierra, cuna de una humanidad diseminada por el cosmos, no sería ya sino un vago recuerdo. Posteriormente, y a medida que el género fue madurando, muchos autores empezaron a darse cuenta de que para conjurar lo maravilloso o lo terrible no hacía falta alejarse mucho de casa, y que nuestro presente y sus implicaciones inmediatas son campos inagotables para la especulación. Con el aliciente, además, de que ello facilita la elaboración de un tipo de narrativa más conectado con la realidad y los problemas actuales. Así, la ciencia ficción ha ido retrocediendo desde futuros inconcebiblemente remotos hasta situarse, en gran medida, en nuestro propio siglo. Frederik Pohl, uno de los maestros indiscutidos del género, y la única persona que ha obtenido los máximos galardones como escritor y como director de publicaciones, siempre ha dedicado especial atención a esta ciencia ficción inmediata, situada en un futuro próximo y directamente relacionada con la problemática actual. Bastaría citar, a este respecto, su inolvidable Mercaderes del Espacio (escrita en colaboración con el prematuramente fallecido C. M. Kornbluth), obra clave del género en la que se denuncia el mundo de pesadilla al que nos está abocando la hipertrofia del mercantilismo y la publicidad. HOMO PLUS, la primera novela de Pohl en diez años, lo cual constituye de por sí un acontecimiento que el aficionado no puede pasar por alto, ha obtenido el más prestigioso galardón del género: el PREMIO NEBULA a la mejor novela, otorgado en 1977 por la SFWA (Science Fiction Writers of America). Y en esta obra de madurez se reafirma la vocación de contemporaneidad del autor, ya que la acción se sitúa en un futuro tan inmediato que casi se puede llamar presente, tomando como pretexto un tema entrañable tanto de la especulación como de la fabulación científica, que en los últimos tiempos ha vuelto a un primer plano de la actualidad: la conquista de Marte. Y digo "tomando como pretexto" porque el verdadero tema de la novela, como ocurre en la mayoría de las obras de Pohl, es el conflicto humano en toda su extensión, tanto a nivel individual como social, y el inquietante ciborg —medio hombre, medio máquina—alrededor del cual gira la trama, constituye, en última instancia, el símbolo de un hombre que ya es, de hecho, simbionte de la máquina, de una tecnología avanzada más allá de lo reversible que puede ser arma mortífera o instrumento redentor, según el uso que le demos
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