La pequeña ciudad de B., que componen dos otres torcidas calles, duerme con sueño profundo. Enel aire, inmóvil, reina el silencio. Sólo se oye a lolejos, ya en las afueras, el débil y ronco ladrido deun perro. Pronto amanecerá.Hace mucho que todo está sumido en el sueño.La única que no duerme es la joven esposa deChernomórdik, el boticario. Se ha acostado tres ve-ces, pero, sin saber la causa, no consigue dormirse.Está sentada ante la ventana abierta, en camisón, ymira la calle. Siente calor y tedio, la domina unairritación tal, que está a punto de romper en sollo-zos, aunque tampoco podría decir la causa. En elpecho se le ha hecho un nudo que le sube hasta lagarganta...
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