En cierta zona del alma, ‘la zona de la pavada’, se originan comportamientos súper tontos junto con una fuerte resistencia para reconocerlos y tratar de corregirlos. Es más, los pavólogos afirman que estas actitudes -en ocasiones, decididamente disparatadas- tienen tendencia a reiterarse, a ser muy contagiosas e -incluso- a transmitirse de una generación a otra. Los cuentos reunidos por Elsa Bornemann en La edad del pavo sugieren que nadie, a ninguna edad, está a salvo de la edad del pavo.
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