Resena:
La estancia estaba sumida en la penumbra del anochecer. El Dr. James Graham,
científico que ocupaba un puesto clave en un importantísimo proyecto, meditaba sentado
en su butaca predilecta. Reinaba un silencio tan grande en la sala, que oía como en la
estancia contigua su hijo pasaba las páginas de un libro de imágenes.
Frecuentemente Graham trabajaba mejor que nunca, concebía sus ideas más geniales,
en circunstancias como éstas, solo y tranquilo en una estancia oscurecida de su casa,
después de realizar su trabajo diario. Pero aquella noche su cerebro no se hallaba
enfrascado en cavilaciones creadoras. Pensaba principalmente en su hijo, un atrasado
mental... su único hijo, que entonces estaba en la estancia contigua. Sus pensamientos
eran amorosos, y se hallaban libres de la amargura que experimentó años atrás, cuando se
enteró del triste estado de su vástago. El muchacho era feliz y... ¿no era esto lo principal?
¿Y a cuántos hombres ha sido concedido tener un hijo que será siempre un niño, que no
crecerá para dejar al autor de sus días? Desde luego, aquello era un intento para aplicar la
lógica a un hecho tristísimo, pero la lógica no tiene nada de malo cuando...
En aquel momento sonó el timbre.
Graham se levantó y encendió la luz de la estancia casi totalmente oscura, antes de
salir al vestíbulo para ir a abrir la puerta. La llamada no le molestó; aquella noche casi
agradecía cualquier interrupción de sus pensamientos.
Abrió la puerta. En el umbral se alzaba un desconocido.
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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