Resena: Su nombre era señorita Sydley, de profesión maestra.
Era una mujer menuda que tenía que ergirse para poder escribir en el punto más alto de
la pizarra, como hacía en aquel preciso instante. Tras ella ninguno de los niños reía ni
susurraba, ni picaba a escondida ningún dulce que sostuviera en la mano. Conocían
demasiado bien los instintos asesinos de la señorita Sydley. La señorita Sydley siempre
sabía quién estaba mascando chicle en la parte trasera de la clase, quién guardaba una
tirachinas en el bolsillo, quién quería ir al lavabo para intercambiar cromos de béisbol
en lugar de hacer sus necesidades. Al igual que Dios, siempre parecía saberlo todo al
mismo tiempo.
Su cabello se estaba tornando gris, y el aparato que llevaba para enderezar se maltrecha
espalda se dibujaba con toda claridad bajo el vestido estampado. Una mujer menuda,
atenazada por constantes sufrimientos; una mujer con ojos de pedernal. Pero la temían.
Su
afilada lengua era una leyenda en el patio de la escuela. Al clavarse en un alumno que
reía o susurraba, sus ojos podían convertir las rodillas más robustas en pura gelatina.
En aquel momento, mientras apuntaba en la pizarra la lista de palabras que tocaba
deletrear, la maestra se dijo que el éxito de su larga carrera docente podía resumirse y
confirmarse mediante aquel gesto tan cotidiano. Podía volver la espalda a sus alumnos
con toda tranquilidad.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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