Resena: Hacia mediados del siglo XVIII vivía en la provincia de Massachusetts una dama
viuda, madre de tres hijos. Su nombre es lo de menos; me tomaré la libertad de llamarla
señora Willoughby: un apellido, como el suyo auténtico, de sonido altamente respetable.
Había perdido a su marido tras unos seis años de matrimonio y se había consagrado al
cuidado de su progenie. Su progenie se desarrolló de un modo que recompensó su tierno
cariño y cumplió sus más elevadas esperanzas. El primogénito era un varón, a quien
había puesto el nombre de Bernard, el mismo del padre. Los otros dos eran niñas, entre
cuyos respectivos nacimientos había mediado un intervalo de tres años. La buena
apariencia era tradicional en la familia, y no parecía probable que estas infantiles
personas fueran a permitir que la tradición pereciera. El muchacho era de esa tez rubia y
sonrosada y de esa complexión atlética que en aquel tiempo (al igual que en éste) era
marchamo de genuina sangre inglesa: un afectuoso jovencito sincero, estupendo hijo y
hermano, y amigo leal. Listo, empero, no era: la inteligencia de la familia había recaído
principalmente en sus hermanas. El señor Willoughby había sido un gran lector de
Shakespeare, en un tiempo en que semejante afición implicaba mayor penetración
espiritual que en nuestros días y en una comunidad donde hacía falta mucho valor para
patrocinar el teatro incluso en privado; y había querido dejar constancia de su admiración
por el gran poeta poniéndoles a sus hijas nombres sacados de sus obras favoritas.
Idioma: Español
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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