Resena: White Chappell, trazos rojos es la Londres de hoy acechada por la Londres tenebrosa y enigmática de Jack el Destripador. “El pasado es una ficción que nos absorbe”, apunta Iain Sinclair en camino hacia zonas pródigas en imaginación, mientras teje y desteje una ficción única, deslumbrante, traspapelada entre mitos y mapas infectados de escarlata.
La novela desborda de personajes cómicamente diseccionados, descendientes bastardos de Stevenson y Conan Doyle. Moradores del Londres más cautivante, el que guarda secretos intactos desde la era victoriana, “un lugar con tanta resonancia que cualquiera ha estado allí sin saberlo”. Y pocas ciudades como Londres para deslizar rastros hipnóticos, para que caminar sea igual a leer en 3D.
Lunáticos corredores de libros salen en busca de ejemplares perdidos y Sinclair avanza “plagiando lo no escrito”, auscultando los rincones de una ciudad que ha resuelto dictarle sus confesiones. El autor borra las huellas entre la novela y el documental y el libro deviene un casting de fantasmas, una milagrosa simbiosis entre clima —tiempo— y puntuación.
Con un estilo incomparable, en una prosa casi adivinatoria, Sinclair siembra el relato de pasajes, conjeturas, excursiones, fugas hacia atrás y hacia adelante: “Los únicos crímenes que vale la pena resolver son los que aún no se han cometido”. Sinclair explora las teorías y traiciones alrededor de Jack the Ripper y va y viene de una época a otra con la certeza de un anfibio vitalicio, un médium exquisito, un estenógrafo iluminado. Ese vaivén es el mismo que experimenta el lector al salir de su mundo cotidiano y sumergirse en el paisaje alucinado de Iain Sinclair: lo que el lector lee es lo que le va a suceder.
Una novela intensa, provocadora, prodigiosamente desconcertante.
Idioma: Castellano
Categoría: Lengua y Literatura, Narrativa
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