Desmond
Pepperdine es un adolescente que vive en un sórdido suburbio londinense al
cuidado de su abuela; su madre ha muerto y nadie sabe a ciencia cierta quién es
su padre. En la misma casa vive también su tío, Lionel Asbo, un delincuente de
poca monta que ejerce de mentor e imparte a Desmond valiosas lecciones: desde
instruirlo en las delicias del porno por Internet a explicarle cómo alimentar a
sus dos pitbulls con una dieta a base de Tabasco. Pero Desmond
es un adolescente sensible, amante de la lectura, que aspira a enamorarse de
una mujer cariñosa y real en lugar de fantasear con tías buenas en webs porno.
El chico está decidido a dejar atrás esa barriada inmunda por medio de la
educación, mientras que las aspiraciones de Lionel se limitan a pasar su vida
entre trabajillos de matón y trapicheos con objetos robados, y periódicas
estancias en la cárcel como consecuencia de estas actividades.
Durante una
de sus estancias entre rejas, Lionel le pide a su sobrino que le rellene un
boleto de la loto. El azar lanza sus dados y de la noche a la mañana el
convicto se convierte en millonario. Esto, que podría resultar una noticia
estupenda para la desestructurada familia, quizá no lo sea. Un lumpen convertido
en repentino millonario es carnaza para los tabloides y un amante de los
pitbulls no parece una persona con el equilibrio necesario para afrontar un
cambio tan radical de vida. Y al final esa máxima que dice que el dinero no da
la felicidad resulta ser brutalmente cierta.
Visceral,
salvaje, provocadora, esta sátira sobre el desmoronamiento de la vieja
Inglaterra en manos de hooligans y de tabloides tiene un fondo de crónica
social al modo dickensiano, pero también conecta con el humor británico más transgresor,
ese que provoca la carcajada arreando una bofetada en plena cara. El resultado
es una mirada certera sobre realidades incómodas, una novela incisiva y
descacharrante.
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