Timo se acercó lentamente al lago. A cada paso que daba se le hundían las botas hasta los tobillos y el corazón le palpitaba de tal forma que parecía que iba a saltar en pedazos…, pero, a pesar de todo, Timo siguió avanzando.
No se detuvo hasta alcanzar la orilla del Lago de los Espíritus, en la que crecían juncos; y temblando de emoción miró el agua negra que tenía a sus pies. Algo se movía en el agua y quería alir a la superficie… Timo miró y miró, y entonces ocurrió allí algo prodigioso que casi le cortó la respiración…
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