Melanie «Para mí, ahora, el tiempo es enormemente confuso. Recuerdo tan claramente aquellas horas finales en Charleston y tan mal los días y semanas que siguieron... Otros recuerdos se abren camino hasta un primer plano. Recuerdo los ojos de cristal y los mechones de pelo que le faltaban al muñeco de tamaño natural, en Grumblethorpe, en la habitación encantada de los niños. Es extraño que recuerde eso; pasé tan poco tiempo allí. Recuerdo a los niños jugando y a todas las niñas cantando en el crepúsculo invernal en aquella ladera junto al bosque, la mañana en que el helicóptero chocó contra el puente. Recuerdo la cama blanca, claro, aquel extraño paisaje que contenía la verdadera prisión de mi cuerpo. Recuerdo a Nina despertando de su sueño de muerte, sus labios azules entreabiertos y sus dientes amarillos, sus ojos azules flotando en sus cuencas cada vez más llenas de gusanos, la sangre fluyendo una vez más desde el pequeño agujero en su pálida frente. Pero esto no es un auténtico recuerdo. No creo que lo sea. »Cuando intento recordar las horas y los días inmediatamente después de aquella reunión final en Charleston, tengo primero una sensación de regocijo, de optimismo, de juventud restaurada. Entonces pensaba que lo peor había pasado. »Qué estúpida era.»
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