Como todas las mañanas, la señora Fawkes se levantó, hizo su aseo matutino y luego se dispuso a desayunar.
La señora Fawkes, Kathy de nombre, era viuda desde hacia un par de años y vivía de la pensión de su difunto esposo. Aparte de ello, el señor Fawkes había dejado un buen capitalito, que deparaba una estimable renta a la viuda. Por tanto. Kathy Fawkes no sólo no tenía problemas económicos, sino que se permitía ciertos lujos, entre ellos el de disponer de una dispensadora de alimentos.
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