En lo alto, sin armar jaleo, las estrellas se estaban apagando una a una.Mientras tanto, la sesión vespertina de reclutamiento de la Patrulla Cósmica iba bastante bien, con el Agente Cósmico Mac Malsenn como atracción principal. Malsenn estaba demostrando el virtuosismo de que era capaz un Agente bien entrenado haciendo malabarismos con doce sacos llenos de gránulos de tulio, sacos que pesaban veinte kilos cada uno. De los malabarismos se encargaba la mano izquierda, mientras que la derecha manejaba los increíblemente sensibles controles del aparato de manipulación genética con el que estaba creando una especie hasta ahora desconocida de whelk telepático. Mientras, su tranquila voz iba enunciando lacónicamente las jugadas que hacía en treinta y cinco partidas simultáneas de ajedrez 4-D; sus piernas, sujetas con cadenas, se movían con increíble precisión mientras iban esquivando los mortíferos pozos de lava y las pieles de plátano utilizadas en la Etapa número 10 del Curso de Asalto para Comandos. Naturalmente, llevaba los ojos vendados. El observador casual quizá no llegara a darse cuenta de que sus pensamientos estaban en otra parte, absortos en la belleza de su amada, Laura, quien esa misma mañana le había dicho que podía considerarla como su prometida. Malsenn tenía la vaga idea de que «prometida» quería decir «amiguita», y estaba la mar de contento.
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