Una noche de mediados del siglo XX, en Nueva York, Manse Everard se había puesto un raído traje de casa y estabapreparando unas bebidas. El timbre de la puerta le interrumpió. Lanzó un juramento. Lo que él quería ahora -después de varios días de fatigoso trabajo - no era compañía, sino seguir leyendo las antiguas narraciones del doctorWatson.Bueno; quizá pudiera dominar aquel mal humor. Cruzó la estancia y abrió la puerta con expresión hosca.- ¡Hola! - saludó fríamente.Pero en el acto se sintió como si estuviera a bordo de una primitiva nave espacial que acabara de entrar en caídalibre; ingrávido y desesperanzado bajo el brillo de las estrellas.- ¡Oh! - exclamó -. No sabía... Entre.Cynthia Denison se detuvo un momento, mirando al bar, por encima del hombro varonil. Había colgadas dos lanzascruzadas y un yelmo con crines de caballo, pertenecientes a la Edad Aquea del Bronce. Eran oscuros y brillantes;increíblemente bellos. Trató de hablar con firmeza, pero no pudo.- ¿Me puede dar un trago? ¿En seguida?- ¡Claro que sí! - repuso él.Apretó fuertemente los labios y le ayudó a quitarse el abrigo. Ella cerró la puerta y se sentó sobre una cama sueca,tan limpia y funcional como las armas homéricas. Sus manos revolvieron en el bolso, buscando cigarrillos. Duranteunos minutos no cruzaron sus miradas.- ¿Bebe aún whisky irlandés con hielo? - interrogó él.Sus palabras parecieron venir de lejos y su cuerpo se movió, desmañado, entre vasos y botellas, olvidando cómo lohabía adiestrado la Patrulla del Tiempo.Sí - respondió ella -. Veo que recuerda.Y su encendedor sonó; inesperadamente ruidoso en la estancia.- Solo falto de aquí unos pocos meses - comentó él, a falta de otro tema -. Un tiempo entrópico, intangible;justamente veinticuatro horas por día
Disponible también para ver online en HTML. Una vez en la página clicar en: VER HTML - Descargar PDF.
Para ver más información debes estar identificado / registrado.