Emmy Clarke trabaja de asistente para una agencia de modelos, lo que le proporciona una ventaja distintiva: conseguir observar desfiles de bonitos hombres-caramelos durante todo el día. Pero tener que trabajar para la ultra-zorra Fiona Stones apenas hace que valga la pena. Emmy disfruta mirando, pero no es lo suficientemente estúpida como para enamorarse de uno de los tentadores especímenes. Especialmente no de la estrella en alza Ben Shaw.
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